Se acababa la clase de Bio-Geo en 1º de ESO, hablando de la evolución habían salido los dinosaurios a colación y a uno se le va la cabeza a Parque Jurásico y a un chiste que leí ayer en Twitter. Esta tarde lo comentaba en la red del pajarito porque, en fin, en el aula me pasan cosas:
Al acabar la clase he intentado contar el chiste de ahí abajo a mi clase de gentecilla de 12 años. Luego escribo algo en el blog sobre lo que ha pasado. https://t.co/pIAsUgtcis
— MiKeL (@eztabai) 19 de febrero de 2019
En cuanto he empezado a contarlo previa traducción al euskera, me he dado cuenta de mi error. A ver, 12 años, igual sí que han visto la peli y saben qué es el ámbar, igual no, bueno, venga, me lanzo, digo lo del semáforo y veo estupor en sus caras. Al acabar y oír los «sonidos del silencio» ha empezado un diálogo de besugos:
- ¿Sabéis lo que es el ámbar?
- …
- ¿Habéis visto Parque Jurásico?
- Ah, sí
- ¿Y habéis entendido lo del semáforo?
- Mikel, entre el verde y el rojo está el anaranjado. ¿Qué es el ámbar?
- AY (esto lo he pensado, no lo he dicho)
Vale, error del profesor chistoso que no ha sabido medir, fallo gordo, pero ahí no ha acabado la cagada. Tengo en esa clase un par de personillas mínimas de estatura, chico y chica, que están a la que salta. Respondiendo a la pregunta que era un clamor en clase, han intervenido casi a la vez. Yo callado.
- ¿Ámbar no es una cerveza?
- Mi aita es la que compra.
A tomar por «flai» el chiste, la clase y el sentido de la vida. Les ha faltado abuchearme y no lo han hecho porque son un encanto de personas.
Sí, el abismo generacional es importante para ponernos en nuestro sitio. El sentido de la vida es ese abismo, por cierto.