Hace un par de años el ínclito Jordi aka @xarxatic nos propuso que escribiéramos algo sobre una imagen, cualquier cosa que tocase aunque fuera de forma tangencial nuestro quehacer educativo. A mí me sirvió de excusa para resucitar un blog casi mudo, y perpetré un post con mi estilo alocado habitual. Este año también nos propone el mismo ejercicio con otra imagen de esas que pueden significar cualquier cosa, así que vamos a ello.
La imagen:
La reflexión:
En esto de la educación nunca sabemos qué tren coger. Nos hablan maravillas del de la derecha, es rápido, moderno, con wifi, siglo XXI, casi XXII. Ese tren hay que pillarlo YA, hay que venir antes de la hora, pasar controles y después de buscar un asiento adecuado de ventanilla, disfrutar del paisaje o de los vídeos escogidos que nos proyectarán en el trayecto. Bueno, del paisaje igual poco se disfruta porque todo va a pasar a unos 280 km/h, pero lo venden así, qué le vamos a hacer. Este tren nos llevará rápidamente a nuestro destino, llegaremos con tiempo de sobra para asistir a cualquier evento endógamo que se precie, y podremos documentarlo todo con tuits, post, reseñas, fotos, vídeos de corta duración, algunos cuestionarios interactivos y hasta un Quizizz diseñado a la sazón.
Del tren de la izquierda no nos han dado tan buenas referencias. Pinta bastante vintage, se puede coger casi cuando está arrancando, sin filtros, va lento, el paisaje pasa con ritmo parsimonioso, no tiene vídeos y hasta el vagón-cafetería es difícil de encontrar. Mientras que en el otro tren cada vagón es abierto y van unos 40 personas, en este de la izquierda hay compartimentos para unas 6 (mira, ¡como mi seminario!), al más puro estilo del de Hogwarts que transporta a Hermione, a Harry y a Ron. Aquí se pueden establecer conversaciones, bueno, casi es obligatorio porque delante no tienes una pantalla sino una persona, se puede disfrutar del paisaje y comentarlo, no hay wifi y el 4G se corta cada poco, se puede uno dormir en el hombro de otro o montar una juerga del carajo, siempre con la puerta bien cerradita que el interventor se mosquea.
Desde el andén la elección se antoja difícil. ¿Nos apuntamos a la velocidad del de la derecha, o al viaje parsimonioso del de la izquierda? ¿Nos montamos en la modernidad o recuperamos aquellos trayectos donde se hablaba sin prisa y se comentaba el paisaje? Hagamos lo que hagamos, equipaje ligero, ganas de evolucionar y buen ojo, sobre todo buen ojo.