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Oratoria

Mikel 1 año ago 0 159

A la gente en general le gustan las personas que hablan bien, que no se trabucan, que se hacen entender con diferentes registros. Con esto no estoy hablando de presentadores o presentadoras que leen perfectamente el teleprónter y cuyo mérito reside en el equipo de guion, sino de personas que saben improvisar, que hilan argumentos sólidos y que hacen réplicas brillantes. En nuestras vidas esas personas a veces han sido famosas, otras anónimas, el docente brillante, la conferenciante prístina y cristalina, la experta en lo suyo, que es sumamente complejo, y que se sabe hacer entender sin aparente esfuerzo.

Vivo desde siempre en una tierra muy politizada, Euskal Herria, y sé que en la multitud de partidos políticos que por aquí se han movido, siempre han estado a la caza de oradores excelsos, de gente rápida de lengua y de pensamiento, como si pudiéramos deslindar una de la otra. En algunos de esos partidos, o en instituciones que funcionan igual que los partidos como son las dependientes de la iglesia, se ha preparado a esas personas en cuanto demostraban su fluidez dialéctica para convertirlos en «máquinas de matar».

Voy a explicar esto de «máquinas de matar» no vaya a ser que me «canceléis», que parece que está de moda. Ya hablé en otra entrada, en otro blog, sobre gente a la que le gusta discutir y sus consecuencias, pero lo cierto es que si hablas bien puede ser un gran discutidor. Evidentemente, no toda persona que hable bien se va a dedicar a «epatar» a los demás con sus discusiones, lo cierto es que muchas veces esa gente se afana en divulgar lo que sabe y lo hace muy bien. También es verdad que la gente polemista se dedica precisamente a eso, a utilizar esa arma que es la oratoria para lo que ahora se ha puesto de moda que son los «zascas».

Y antes de seguir no estaría mal una visita a esta web donde explican las falacias que se usan en las discusiones y de regalo las figuras retóricas más comunes. Por si no queréis navegar hasta allí las tenéis en un solo documento aquí.

Cicerón era un gran orador, argumentaba muy bien todo lo que decía, discutía, a veces ganaba, a veces perdía, y se han conservado algunos de sus discursos. Algunos monólogos de Buenafuente son memorables, un dechado de hilazón, una labor de artistas guionistas muy parecida a la que se hace en la inmensa mayoría de programas, que a pesar de ser en directo ya han sido ensayados antes y eliminadas las cosas que no hacen gracia. Muchos políticos y políticas han usado su oratoria para dirigir las masas, para que voten tal o cual proyecto, para que se opongan a ciertas iniciativas, y ahí es donde entra lo de ser «máquinas de matar» porque literalmente pueden pedir la eliminación de los que no piensen como ellos y que se lleve a cabo.

Hay infinidad de ejemplos a lo largo de la historia, no estamos hablando aquí del filósofo que dejaba a sus oyentes con la boca abierta por la profundidad de sus ideas y lo bien que estaban expresadas, o de aquella profesora a la que ni tomabas apuntes porque lo que decía estaba tan perfectamente argumentado que se alojaba directamente en lo más profundo de tu memoria. Aquí queremos hablar de la gente polemista, de esas personas que le sacan punta a un queso de bola, que un día dicen «arre», otro «so» y otro niegan haber pronunciado semejantes interjecciones. Hablamos de esas personas de cualquier ámbito a las que les hace mucho daño su hemeroteca personal, ahora que todo queda grabado negro sobre blanco en las RRSS. Que si hoy me han insultado y yo no lo he hecho nunca, ¡anda ya! Que si yo jamás he argumentado eso, has sido tú el que lo has interpretado mal, ¡venga ya! Lo que pasa es que no entendiste el contexto donde mis palabras fueron expresadas, ¡a otro perro con ese hueso! Esto es así porque lo dice la gente de mi cuerda, ha sido así y siempre será así, ¡con tu pan te lo comas! Yo nunca he ridiculizado a nadie, siempre ha sido con un animus jocandi, sólo que hay gente con la piel muy fina, ¡y la tuya es la de Hulk, solamente que ahora lloras, no te fastidia! Y así ad infinitum.

Esta gente emponzoña los ambientes donde se mueve, genera olas de autoafirmación y de indignación al mismo tiempo. También necesita una «clac» dispuesta a apoyar hasta las barbaridades más abstrusas pronunciadas por su boca (y que negará haber dicho a la semana siguiente). Suelen ser personas con empatía nula, no saben el daño que hacen con sus peregrinos argumentos, se refuerzan a diario en sus convicciones, se enrocan en posiciones extremas, y acto seguido se hacen las víctimas. Ya sabéis, son esa gente que se han metido mal en la autopista, que van en sentido contrario y se quejan de que todos los otros coches están equivocados y quieren chocar con el suyo.

Yo hace unos años me metía en unas buenas trifulcas tanto en la vida real como en la virtual, todo lo expresado arriba es aplicable a mi persona. He caído en muchas de esas falacias que se usan en las discusiones, he intentado manipular mi entorno, a veces lo he logrado y otras veces he salido escaldado. He saltado de la ironía al sarcasmo más veces de las necesarias, he utilizado mi oratoria y, sobre todo, mi pedantería, para arremeter contra todo y contra todos. Me arrepiento de algunas de mis filípicas, de algunos de mis calificativos a buena gente, y desde enero de 2009 hasta hoy seguro que tendré tuits de juzgado de guardia, por no hablar de las entradas cáusticas en mis blogs. Quien mucho habla mucho yerra y es conveniente admitirlo. Ahora me he moderado mucho, llevo ya varios años disfrutando de la visión de altercados en las RRSS, no de su generación, tengo muy poco miedo a la polémica y sé que se aprende de casi todo el mundo. De casi todo el mundo…

Nos vemos en las Redes procurando que sea a buenas y con argumentos bien explicados. Y si no es así, hay muchas formas de evitar que interaccionemos: Silenciar, bloquear, ignorar, dejar de seguir…, bastantes más de las que tenemos en la barra de un bar cuando se nos acerca un pesado.

Ah, y menos dramas, estamos aquí «PARA PASÁRNOSLO BIEN».

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Antimilitarista, bilbaino, irakaslea, geek, microbiólogo, euskaldun y procrastinador. Bastante ácrata e idealista. Naturazalea eta mendizalea.

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