Seguimos con lo de la clasificación de la inmensa variedad de lo vivo y de nuevo me he encontrado con el salto generacional, de los 12 años a mi edad provecta. Mi compañero de trabajo, un recién llegado a la Educación Secundaria y que curra como un salvaje, le había propuesto a su alumnado este ejercicio de clasificación:
El resultado podría ser el siguiente:
Aquí es donde les he intentado explicar lo exitosos que eran los libros «Elige tu propia aventura», donde dependiendo de la decisión que tomaras en un relato, tenías que ir a una página o a otra, algo parecido a lo que ocurría en la clave dicotómica. Ni les sonaban. Les he comentado que fui jugador de rol y que se aplicaban conceptos parecidos, tomas decisiones y vas a un sitio o haces algo, habitualmente sagaz o violento, algunas veces mediatizado por unas tiradas de dados. Los dados les parecían familiares porque otra vez los usé para una ronda de preguntas, pero hasta ahí, ni los libros esos de aventuras, ni los juegos de rol de papel, lápiz, goma de borrar, tablas y dados, nada de nada. Bueno, eran otros tiempos.
Para explicarles la técnica de clasificación me he ido a algo conocido, al «Quién es quién», pero he elegido la versión francesa que tiene más equilibrados los géneros. Algo así:
Esto sí lo han entendido, con el menor número de preguntas, que al fin y al cabo son criterios de clasificación, tienen que adivinar quién he pensado. Para que luego digan que las pizarras electrónicas no valen para nada, la foto de arriba, la herramienta de dibujo del Smart y dale que te pego tachando.
Algo creo que les ha quedado claro, esto de clasificar toda la variedad que tiene Mamá Natura es una tarea cuando menos complicada, se mire por donde se mire.
PS: Por cierto, me ha sorprendido una chica, cuando la cosa se estaba poniendo complicada con pocas características que contrastar, ha utilizado las letras de los nombres de las personas para diferenciarlas, nada de si lleva gafas o no, que si tiene R en el nombre.