Hay mucha gente en Euskal Herria y fuera de Euskal Herria que está pidiendo desobediencia a las leyes del estado español para poder llevar a cabo el referéndum de independencia. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha sido motivo de las iras de parte de esa gente, porque ella quiere garantías para los funcionarios que van a tener que abrir colegios o mantener el orden en esa fecha, y claro, siendo ella tan de la PAH, tan de la desobediencia civil, pues la han pillado en renuncio y hay vídeos que la delatan. No debe ser igual desobedecer cuando eres una ciudadana de a pie que cuando tienes un cargo público, y eso es algo que tendrían que entender los que desde aquí se han plegado a poner banderas españolas en sus ayuntamientos, acatar la constitución española y hasta decir amén al ordenamiento penal carcelario, eso sí, todo «por imperativo legal».
De momento las amenazas del sistema lideradas por el PP y aplaudidas por C’s y PSOE principalmente, no van más allá de eso, de la amenaza, pero en cuanto empiecen las inhabilitaciones para ejercer en tu puesto de trabajo, las cuantiosas multas (y si no pagas los embargos), creo sinceramente que la desobediencia se resentirá. En el antimilitarismo tenemos experiencia en eso. Me explico aquí abajo.
Cuando peleábamos contra el ejército español las condenas de los insumisos estaban entre los 13 meses y los 2 años, 4 meses y un día, según si en los años en que te tocaba cumplir con la patria habías desobedecido a lo de hacer la mili o la Prestación Social Sustitutoria. En ese movimiento social que consiguió uno de sus objetivos, acabar con el servicio militar obligatorio, 1.680 personas pasamos por la cárcel, hubo gente que se tiró muchos meses dentro y otra que en tercer grado íbamos a dormir durante lo que duraba la condena. Pero además de la pena de cárcel había otras como las inhabilitaciones, lo que podía hacerte perder tu oposición si eras funcionario o querías serlo, y por tanto tu puesto de trabajo. En los años 90 ese precio era tan alto como hoy, no lo olvidemos.
Con la prisión el movimiento amplió su colchón social, era a todas luces injusto que el PSOE metiera al trullo a cientos de jóvenes por su negativa a aprender a matar, se generó un poderoso colchón social y lo que yo denominaba «la táctica del judoka», el estado hacía mucha fuerza para tirarnos al tatami, reprimía con celdas y mentiras, y sólo hubo que apartarse un poco para que se desmorrase contra el suelo. El pago fue alto, privación de libertad y de derechos, antecedentes penales, pero avanzamos. Eso sí, y a esto iba, en cuanto plantaron lo de las inhabilitaciones (las multas no se les ocurrieron), algunos de mis compañeros funcionarios enseguida buscaron la vía de escape, una cosa es ser desobediente y otra es perder tu sustento. Algunos seguimos adelante, algunos no, pero el estado había descubierto el sistema para hacernos dudar de nuestro compromiso desobediente. Las cosas se precipitaron, y antes de poder aplicar semejante legislación restrictiva a tope, todo el asunto del servicio militar cambió y santas pascuas plin.
Vamos hacia el Este. La gente en Catalunya quiere votar, mucha gente, y una mayoría diría que SÍ como pasa aquí en las consultas de «Gure esku dago«. Otra mucha gente, curiosamente más del resto de España que de la propia Catalunya, dice que no quiere que los catalanes voten o que no quiere votar, y aún hay otra que quiere votar aunque no es seguro que lo haría al SÍ, la tragedia está servida. Si hubiera voluntad política esto del referéndum no sería tan traumático. Cambiar lo que parece que lo impide, la sacrosanta constitución, ya se hizo de tapadillo, con alevosía y nocturnidad, pero se siguen cometiendo errores como los que comentaba del judoka, y las posturas se están yendo a los extremos.
Con diálogo se podría haber llegado a un consenso: sí a un referéndum pero con campaña electoral previa para explicar el SÍ y sus consecuencias y el NO y las suyas. De hecho, en la Diada de 2014 El Periódico hizo la foto que hablaba de sus intenciones, donde más que la V gigantesca que quería indicar Voto, o Voluntad, o Victoria según quién lo interpretara, se leía un NO aún más grande dibujado por dos manzanas de casas.
El haber laminado e ilegalizado el Estatut que había elaborado el Parlament en su día, la amenaza y puesta en práctica de las leyes constitucionales inamovibles, los nacionalismos exacerbados, bien el catalán o bien el español, todos esos factores llevan a esta ratonera, y tiene un cepo a la entrada y otro a la salida, cuidadín.
Para acabar, si yo fuera catalán a mí me gustaría que me explicaran pormenorizadamente en una campaña electoral qué iba a significar para mi vida y para la de mi pueblo el SÍ o el NO, y luego exigiría que me dejaran votar por encima de una constitución del 78 redactada bajo la atenta mirada del ejército y los poderes fácticos aún franquistas.
Esta tarde he escrito un tuit resumen:
El miedo del PP a lo de Catalunya es porque no les ha dado tiempo a organizar una campaña electoral a favor del NO con financiación ilegal.— MiKeL (@eztabai) 9 de septiembre de 2017